domingo, 20 de febrero de 2011

El profeta y los cubanos

Saben una cosa, es muy curioso, guardo conmigo, de mi época de estudiante muchos escritos, que son realmente muy interesantes, hoy pongo a su disposición, El profeta y los cubanos, ya me dirán ustedes que les parece, habla de cómo son los cubanos:

Se le preguntó al profeta: "Maestro, háblenos de los Cubanos" El maestro recogió en el puño su túnica y dijo: "Los Cubanos están entre vosotros, pero no son de vosotros.

Los Cubanos beben en la misma copa la amargura y la alegría. Hacen música de su llanto, y ríen de su música. Los Cubanos toman en serio los chistes, y hacen de todo lo serio un chiste. Los Cubanos creen en el catolicismo, en Shangó, en la charada y en los horóscopos al mismo tiempo. No creen en nadie y creen en todo. No discutáis con ellos jamás; los cubanos nacen con sabiduría. No necesitan leer, todo lo saben. No necesitan viajar, todo lo han visto. Los Cubanos son el pueblo elegido de ellos mismos.


Los Cubanos se caracterizan individualmente por su simpatía e inteligencia. Y, en grupo, por su gritería y apasionamiento. Cada uno de ellos lleva la chispa del genio, y los genios no se llevan bien entre sí. De ahí que, reunir a los Cubanos es fácil, pero unirlos es imposible. No le habléis de lógica pues ésta implica razonamiento y mesura, y los Cubanos son hiperbólicos y desmesurados. Si os invitan a comer, os invitan no al mejor restaurante del pueblo, sino "al mejor restaurante del mundo." Cuando discuten no dicen "no estoy de acuerdo", dicen "usted está completamente equivocado." Tienen una tendencia antropológica: "se la comió," es una expresión de admiración. "Comerse un cable" es señal de situación crítica, y llamarle a alguien "comedor de excremento" es su mas usual y lacerante insulto. Aman tanto la contradicción, que le llaman "monstruos" a las mujeres hermosas y "bárbaros" a los eruditos. Los Cubanos ofrecen soluciones antes de conocer el problema. De aquí que, para ellos, "nunca hay problemas".

Cuando visité su isla me admiraba el hecho de que cualquier Cubano sabía como encauzar la América Latina, eliminar el hambre en Africa y enseñar a los Estados Unidos a ser potencia mundial. Cuando, como profeta, quise predicar mis ideas, empezaron por mostrarme lo que tenía que hacer para ser buen predicador, y se asombraban de que no entendiera cuán sencillas y evidentes son sus fórmulas.

Así viven los Cubanos en cualquier parte del mundo, y no acaban de entender por qué la gente no habla "su español."

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